LA INVENCIÓN DE HUGO, de Martin Scorsese‏

Cuando empieza "La invención de Hugo" quedas deslumbrado por la belleza de la fotografía y el uso inteligente de las 3D. Por lo cuidado de la recreación de una estación de trenes del Paris de después de la Primera Guerra Mundial. Un fantástico traveling te adentra el el microcosmos de la estación, te hace sentir la magia en potencia del lugar y los personajes que lo habitan y te preparas para ver una gran película. En serio, por un momento te ves a ti mismo recomendando encarecidamente la película a todos tus amigos. Y entonces... no ocurre nada. Nada más empezar la película se embarca en una presentación de personajes excesivamente larga en la que no sabes realmente de que va a tratar la película. Solo sabes que un niño (huérfano, claro, todos los niños de las películas son huérfanos) vive en la estación trabajando en el mantenimiento de sus muchos relojes y que diversas personas, algunas de las cuales no van a tener absolutamente nada que ver con la trama, trabajan o pasan el tiempo en los diversas tiendas y cafeterías. La historia tarda demasiado en arrancar, parece dudar en qué dirección tomar. En unas escenas es claramente infantil, con un caricaturesco y sobre actuado guarda de la estación (Sacha Baron Cohen) pero el ritmo pausado y la larga duración de la película dormirían a cualquier niño. De la misma forma la película oscila entre el relativo realismo de la mayor parte de la película a momentos que difícilmente se pueden explicar sin la presencia de magia. Durante la mayor parte la película parece tratar de relojes, trenes, autómatas y trucos de magia y de pronto resulta ser un homenaje al cine mudo. Ahora le misterio de la película es la historia del padre de Hugo, ahora es al de Papa George. El autómata de Hugo está en el centro de todas las tramas, pero eso es pura causalidad, algo de lo que el guión de la película abusa. Porque ese es el fallo que acaba por decepcionarme de la película; no se resuelve por acción de nuestros héroes, sino por "Deus Ex Machina". Eso no le quita la belleza del espectáculo visual, la maravillosa puesta en escena y la genuina emotividad de algunas escenas. Termina la película y sigues queriendo poder recomendársela a tus amigos. La película está muy bien hecha a muchos niveles, pero no termina de formar un todo coherente y la fuerza de la narración se acaba perdiendo en el excesivo metraje de la película.

Veredicto: 7,5 Una hermosa fábula que acaba siendo menos que la suma de sus partes.